A través de los Pastos de Ezkeltzu

Este itinerario que transcurre por las tierras altas del municipio tiene interés sobre todo por sus panorámicas y pastos de montaña. Es muy sencillo, corto y circular se puede utilizar como alternativa a un tramo reducido de la GR34 que viene de Usurbil.

La cumbre de Ezkeltzu es el punto más alto de Zizurkil. Los pastores de la zona han utilizado durante siglos sus pastos y sus seles, permaneciendo restos hoy todavía visibles.

Panorámica de la costa
Cuando vayas caminando por la pista podrás contemplar una hermosa panorámica de la costa guipuzcoana, desde Orio hasta Getaria y disfrutar los contrastes del azul del mar con los verdes primaverales o pardos del otoño. Entre tanto, desde los compactos pueblos hasta los caseríos desperdigados resalta nuestra influencia en el paisaje.

Manga de manejo de ganado
Antes se comenzar la subida a Ezkeltzu encontrarás una sólida instalación utilizada para reunir el ganado que allí se encuentra pastando, con diversos fines: apartar el ganado, sujetar al ganado para su marcaje o tratamiento sanitario o cargar el ganado al camión para su posterior traslado.

Nevero
Si exploras los alrededores de la cima del monte Ezkeltzu, encontrarás una pared de piedra subterránea y circular; se trata de un nevero. En este almacén profundo introducían la nieve que se acumulaba alrededor y la aplastaban hasta convertirla en hielo. Luego la cargaban en carros que transportaban a Donostia para elaborar helados.

Seles de Ezkeltzu
Cuando en estas tierras dominaba el bosque, los pastores provocaban claros circulares para el aprovechamiento del ganado, principalmente en terrenos comunales. Para limitarlos colocaban una piedra en el centro bajo la que enterraban cenizas: “la piedra cenizal”, y sobre ella grababan una estrella de 4 u 8 puntas dirigidas a los puntos cardinales. Siguiendo estas señales se encontraban los mojones de la periferia que marcaban el límite de estos terrenos.

El primer dato escrito sobre estos seles es del siglo XIII y demuestran que eran propiedad del Hospital Santa María de Roncesvalles; pero todavía el origen de los Seles es un misterio que se pierde en el tiempo.